Tiempos de esperanza

Vivimos tiempos difíciles, oscuros, complicados, por decir lo menos… en donde la carestía en el ser humano ha trascendido lo material para cundir en sus libertades y derechos.

A pesar de la imprecación que la autoridad mantiene contra el libre pensante, la sociedad como una sola ha decidido actuar con firmeza para reconquistar lo arrebatado. Todo, imbuido en una realidad donde el ciudadano respira en un estado de su cuerpo en el que lo siente desterrado hasta de su propia salud, obligándose a un punto de inflexión en el que se justifica a la muerte como una vía de redención. La desesperación por lograr un viraje de timón en la terrible realidad se hace regla, por cuanto ésta se ha ensañado en su contra, haciéndolo sufrir sevicia, triturándolo lentamente entre sus fauces. Pero hasta en el rincón más vil de la intolerancia emerge la esperanza, haciéndolo sentir que en las heridas y cicatrices que se han acumulado en su piel y alma ha habido aprendizaje: que la vida merece ser vivida con dignidad. ¡Y por ello se debe luchar!

No puede tenerse miedo a vivir, no sería digno de un ser humano. Hay que romperse el corazón y el alma, porque la vida no se nos dio para regresarla intacta. Por eso, cuando tus piernas y tu cabeza no puedan más, busca a tu corazón, pues él se encargará de hacer el resto.

“El hombre se descubre a sí mismo cuando se mide con un obstáculo”

Antoine de Saint Exupéry

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