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UNA VIDA VISTA DESDE DENTRO

(Biografía)

 

RESEÑA DE LA EDITORIAL ESPAÑOLA BIBLIOTECA NUEVA

 

        Una vida vista desde dentro -como deseó el propio autor José maría que se llamase este libro- es un conjunto de relatos producto de numerosas entrevistas realizadas tanto al doctor Talayero como a sus familiares e íntimos amigos. En él se narran las variopintas etapas de su vida: hijo, soldado, estudiante, oftalmólogo, hombre de familia, cazador, terrateniente, piloto, capitán de barco, amigo, abuelo, etc. Todas ellas componen la vidade un hombre valiente, cortés y educado que, hasta su último hálito de vida, pensó en las tierras que le dieron todo: España y Venezuela.

 

***

 

PRÓLOGO

 

         Con gran orgullo dedico éste pequeño prólogo al libro Una vida vista desde dentro escrito por Rodrigo Lares Bassa quien ha recopilado en las presentes páginas las vivencias de mi padre, José María Talayero. De quien, como hijo, destaco su gran esfuerzo hacia el trabajo, lo cual lo llevó a ser un gran profesional; sus constantes ganas por enseñar y educarnos, dar cariño y dar ejemplo. Todo esto fueron rasgos que también compartió con la gente que conocía a lo largo de su vida, lo cual lo llevó a hacer amigos quienes, con el mejor de su estima y cariño, lo recuerdan con el nombre en alto. En esto se reduce la inmensa suerte que he tenido en haber disfrutado de un padre como él; y lo digo porque ¡Qué alegría es poder recordar a mi padre y no tener nada que reprocharle!, ya que mi recuerdo de él se inspira en la gran figura que siempre mostró llena de felicidad y señorío.

 

         A continuación deseo comentar cuatro puntos. Primero, algunas lecciones de vida que mi padre me instruyó como consejos de padre; segundo, hablar acerca de mi padre como médico, a través de mis recuerdos; tercero, hablar de mi padre como un hombre curioso y con ganas de vivir; y cuarto hablar acerca de su regreso a España.

 

         En cuanto a lecciones de vida debo decir, en primer lugar, que entre los aspectos importantísimos o factores necesarios para cualquier sociedad o trabajo tenemos, uno, el de familia el cual, pienso, es un concepto más profundo de lo que la gente se cree y, asimismo, viene a ser éste uno de los pilares fundamentales de cualquier persona para conseguir el éxito.

 

         Otro factor que encuentro necesario es el de la honestidad —algo tan sencillo pero tan difícil de conseguir, y más, en este mundo cambiante donde se dejan ciertos valores por llegar, a veces desmerecidamente, a lograr unas metas— Es entonces —como me decía mi padre— es cuando queda para  orgullo propio que lo que se intentó hacer se realizó con honestidad y que siempre, al final del todo, el que obra bien llega más lejos y mejor que aquel que no; dejando magistrales enseñanzas en la vida de quienes lo rodearon.

 

         Un aspecto más es la balanza, clave ella para la vida y el éxito de cada uno. Dicha balanza consiste en tener el trabajo y el disfrute al mismo nivel o, por lo menos, semi equiparado. Pienso que este es un factor que siempre tenemos en mente, que nos quita mucho tiempo y esfuerzo que intercambian, sin darse cuenta, los pesos.

           

            Y es por esto que no puedo dejar de comentar que me enorgullezco cada vez que digo mi apellido y aún más cuando me preguntan sí soy hijo de José María o del Dr. Talayero, ya que lo único que me dicen son palabras que lo honran.

 

            En este sentido, hay cosas de papá que recuerdo con gran cariño y que muestran su personalidad y forma de ser: a) normalmente para tomar decisiones no se dejaba llevar por placeres sino siempre pensaba cada aspecto de sus decisiones, lo cual, considero, lo llevó a casi nunca equivocarse; b) serio y fuerte en la educación cuando nosotros, sus hijos, éramos unos niños; luego, cuando nosotros estábamos crecidos, disminuyó sus exigencias al corroborar de que ya sus hijos estábamos bien encaminados. Siempre repetía que quería que sus hijos disfrutaran desde jóvenes y no, como él, cuando tuvieran cierta edad.

 

         Como segundo comentario deseo hablar de mi visión acerca de mi padre como médico. En este sentido puedo decir que tuve el chance de acompañarlo en su consulta con mucha frecuencia, ya que mi colegio quedaba muy cerca de la Clínica La Floresta, donde se encontraba su consultorio.

 

          Recuerdo que entonces al llegar sentía y veía la sonrisa de los pacientes hacia mí, imaginándose que yo era el hijo y, al pasar hacia dentro de su oficina —entraba callado para ver cómo diagnosticaba y curaba.  Recuerdo notar que su trato era gentil pero muy profesional—. Veía la alegría de los pacientes que se habían visto con él. Veía como estaba rodeado de asistentes, enfermeras y doctores muy serios que lo ayudaban, logrando que fuera un consultorio de primera categoría. Entre ellos se encontraban, a quienes recuerdo con gran aprecio a aprovecho para expresarles mi gratitud: Pamela (su mano derecha, sus ojos...) ella era quien estaba debidamente preparada para asistirlo en las operaciones. Recuerdo que mi padre comentaba de ella: “siempre tenía todo listo a mi llegada, no se le tenía que decir nada ya que sabía perfectamente qué hacer.”

 

            También recuerdo al Dr. Mandelblum, gran médico acostumbrado a trabajar con mi padre, el Dr. Mejías como optometrista, María Consagra y Gloria Comin.

 

            Papá siempre fue profesionalmente un hombre disciplinado y acucioso: operaba todos los jueves; quitaba los vendajes los sábados y también destapaba los lagrimales de los bebés. Debo hacer notar en cuanto a esto último que casi ningún oftalmólogo lo hacía debido a lo meticuloso que era el procedimiento a seguir.

 

            Nunca dejó de ir a su consulta, nunca llegó tarde, las citas se desbordaban con listas de espera de hasta ¡tres meses! Mientras su consultorio se llenaba, cada vez más, de regalos de agradecimiento. ¡Qué gran ejemplo para mi!

 

            Definitivamente mi padre tenía unas manos de seda, un pulso de oro y un conocimiento total de la oftalmología así como de medicina en general. Y esto lo digo porque a mi me maravillaba ver cómo él, tan solo analizando visualmente y escuchando lo que la gente le decía que padecía, inmediatamente diagnosticaba la enfermedad padecida y esa gente, al ir al doctor especialista, le diagnosticaba exactamente lo mismo. Todos volvían a decirle que había acertado.

 

            En relación con el recuerdo de mi padre como un hombre curioso y con ganas de vivir, deseo presentarlo así ya que a pesar de que se pasó toda su vida trabajando, también, poseía un incansable apetito curioso por conocer. Siempre planificaba muy bien sus viajes y una vez en los destinos le gustaba investigar cada sitio del mismo. Recalco de mi padre que era un hombre serio y dedicado al 100 por 100 a su profesión, pero, en su tiempo libre, era un padre cariñoso y un hombre social, amable y con mucho carisma.

 

            Su curiosidad lo hizo un gran aventurero que lo hizo incursionarse en la navegación, la aviación, en el esquí sobre nieve y en la cacería africana. Como última aventura suya se animó en hacerse ganadero y agricultor, lo cual  logró por partida doble, es decir, por un lado, como triunfante en su aventura de ganadero-agricultor y, por el otro, por cumplir consigo mismo su máxima personal que aprendió desde muy niño en su Zaragoza natal “un hombre se arraiga a su país a través de la pertenencia de la tierra”, en otras palabras, ligado a la tierra.

           

            Y finalmente quiero recordar de mi padre en su regreso a España: Después de haberse jubilado —en la mejor época o etapa de su vida profesional—, papá decidió descansar, seguir conociendo, leer compulsivamente y volar hacia la finca.

 

            Al mismo tiempo, comienzó a viajar con bastante frecuencia a España, donde decidió pasar más tiempo. Logra de esta forma, a lo largo de un período de dos años, residir durante tres meses en cada país hasta que empieza a observar el deterioro galopante de la vida y la política en Venezuela en contraposición con una España boyante de pleno desarrollo.

 

            Puedo asegurar que mi padre disfrutó plenamente de la vida hasta el último de sus días. Su gran memoria lo acompañó sin fallarle; su inteligencia, intacta, lo ayudó a deleitarse con la vida europea y su simpatía, siempre presente, lo llenó de momentos plenos. Nunca perdió ninguna de sus cualidades.

 

            Mantuvo una relación envidiable con sus hermanos, lo cual es un ejemplo para todas las personas. Relación familiar que hoy día continuamos manteniendo los que aquí seguimos.

           

            En resumen, prologo este libro con inmensa alegría como recuerdo a la vida y al esfuerzo de un hombre que luchó por vivir la vida en pleno y lo logró. Presento, a continuación, a José María Talayero Moreno, mi padre, quien a mis ojos fue un gran hombre, lleno de amor, alegría, curiosidad, con unas inagotables ganas de vivir, un gran profesional, un insigne trabajador, un buen amigo porque además de padre fue mi mejor amigo, quien aunque estricto siempre simpático, muy inteligente, modesto, gran hombre de familia, siempre preciso, incluso, hasta en sus últimos minutos de vida...

 

 

Álvaro Talayero Tamayo

Caracas, octubre de 2006

         

         

 

© 2021 por Rodrigo Lares Bassa
 

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