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El corral y las estrellas

  • Foto del escritor: Rodrigo Lares Bassa
    Rodrigo Lares Bassa
  • 1 ago 2016
  • 2 Min. de lectura

A ti, que hoy cumples 38 años...

Ese niño escribía, para expresar sus sentimientos, sus pensamientos. Escribía todo el día, a un tiempo que se le difuminaba entre sus letras, palabras que cundían su mente y papeles a su alrededor. Todo, que al impregnarse de su tinta ganaban el infinito, uniendo el imposible con lo deseado.

Se decía a sí mismo: "Una mesa, si olvidas que se llama mesa, es una gran cantidad de cosas diferentes. Los nombres son jaulas." Era fiel creyente que el lenguaje era clasificador y que parte del encierro en que viven los seres humanos es porque así lo han querido.

Ese niño, que pensaba y escribía y a la vez escribía para pensar, no dejaba de hurgar en su pasado, en su presente y cuestionar todo lo que lo rodeaba. Desde que tuvo uso de razón, buscó entender la eternidad para encontrarse con su madre que partió cuando a penas era un bebe. "Cada recuerdo es un pequeño trozo de un gran olvido -se aseguraba para re-animarse." Por eso pensaba, para escribir todo y no se le olvidara... pensaba y escribía y a la vez escribía para pensar.

Seguidor de una frase leída a Paulo Coello: Las experiencias repetidas tienen una única finalidad: enseñarte lo que no quieres aprender. Todas las noches, puntual y sin olvido, alzaba su vista a donde sentía que ella se encontraba, al tiempo que repetía en su mente: La Tierra es el corral de todos, el cielo es la puerta... Y las estrellas, el jardín que engalana donde vives.

Hasta un día que entre sueños soñó que ella le decía: "Hazte consciente que cada minuto de tu vida es una ínfima parte del tiempo eterno, y te calmarás." La mañana siguiente, el niño que escribía tanto, que vivía en aquel cuerpo de adulto rió cual niño, más nunca olvidó la hermosa imagen que en sueños tuvo de su madre. Y siempre sonrió al recordarse cuando le respondió: "Me gusta acariciar tus mejillas, pero también hundir mis manos en tu sombra. Apretarte en un abrazo sin término. Mirarte."

Después de aquella meridiana mañana continuó alzando la vista al firmamento, pero ahora con un agregado a su pensamiento: cuando te encontré salí del tormento, para entrar en la tormenta.

"Si se abrieran las puertas de la percepción

todo aparecería ante nuestros ojos tal cual es: infinito."

William Blake.

 
 
 

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