Ganarle a la muerte
- Rodrigo Lares Bassa
- 23 jun 2016
- 2 Min. de lectura
-Y dígame, viejo amigo.
Inició así su conversación imaginaria del día, con ese señor que lo oía desde los cuerpos celestiales.
-Es que me quedó un comentario suyo -continuó el muchacho- rondando en la cabeza.
-¿Cuál comentario será? -se respondió a sí mismo-.
-Recuerdo que fue durante nuestra última conversación, acá, y usted me dijo algo así como: "No sé si en estos momentos soy feliz, pero lo que sí sé, es que cada día estoy menos angustiado, menos ansioso."
Y desde aquél día a hoy, muchos insomnios han pasado, "¿Será que con la vejez se le pierde el miedo a la muerte? -entre pensamientos de almohadas se asomaban las preguntas sin respuestas- ¿No era al revés, debido a su cercanía?", cuantiosas lunas presenciaron su pueril incertidumbre.
Hasta un día que leyó de Van Gogh "Yo sueño con pintar y entonces pinto mi sueño". Y desde entonces, el ya no tan joven notó que se le sucedieron los días sin darse cuenta, que dormía profundo y que había dejado de hablarle a su viejo amigo. Un día cualquiera tomó lo primero que tuvo a mano, una servilleta de papel, para transcribir su inspiración:
"Es allí donde radica el gran Secreto de la vida, en otras palabras, encontrar la pasión es encontrarse a sí mismo. Es vivir la vida a plenitud, viviéndola con pasión, porque al final de nuestros días, es ése el ingrediente mágico que nos la habrá sazonado: Pasión por aquello que nos gusta hacer, y que nos hace sonreír, ser singulares.
Sólo así, cuando latimos pasionalmente, es cuando nos damos cuenta que le hemos ganado a la muerte. Sí, es cierto, que el cuerpo nunca perderá ese miedo, pero el espíritu sí, ya que al mismo tiempo amarás la vida y gozarás cada segundo de su existencia. Fue así que entendí que perderse en una pasión es perder menos que perder la pasión, y si logras vivir la vida pasionalmente nunca morirás..."
El viejo amigo, leyó mientras él escribía y sonrió al recordar su último dialogó terrenal, cuando, mirándola de frente y con ojos victoriosos, le dijo sin temor alguno: "Soy torpe y temeroso, voy a hacer un esfuerzo, lucharé conmigo mismo. ¿Puedo besarla?."
Muere lentamente quien evita una pasión y su remolino de emociones, justamente estas que regresan el brillo a los ojos y restauran los corazones destrozados.
Pablo Neruda
Comments