Entre letras y personas...

- No me gusta leer en digital...

- La lectura, en el formato que sea, te transporta, te plantea situaciones, te permite vivir miles de vidas. - Sí, pero me gusta el olor de los libros y reposarlos en el pecho para dormir. ¿Puedes autografiar la pantalla?

(Breve silencio)

- Por autografiar... Puedo firmarte lo que quieras, la pantalla, un libro, el cuello, la cintura, un muslo...

- ¡Atrevido!

Calló para inducir un silencio y regalarle un chance a la fantasía.

- ¿Atrevido? Leí esa palabra tuya ¨atrevido¨, imaginándote, relamiéndote los labios... - Primero me firmas el libro. La verdad los mordí... - ¿Habías oído la frase: cuídate de los escritores, porque te pueden enamorar sin ni siquiera tocarte...? - No la había oído, pero pudiera amar tus ensayos. Tu fusión de letras.

Ambos por un instante se refugiaron en el silencio, que como cómplice les permitía juguetear con el deseo. Ella decidió romperlo:

- Pierde las letras, la cabeza, el bolígrafo pero NUNCA pierdas el sentido del humor. Te dejo un beso o dos. O los que quieras. - Me quedo con un beso tuyo, los demás los guardo como un susurro en mi oído... ¿Que me estarías diciendo? No lo sé, ¿tu lo sabrías...?

Así finalizó el capítulo, cerró la aplicación del libro que leía y presionó el botón que apagaba el Ipad, reposándolo sobre su pecho. El aparato no mostraba páginas ni olor. Se quedó un instante pensativa, valorando sus sentimientos y repensando la narrativa de su amigo. Dos ideas le revoloteaban por la cabeza:

Para el sexo el deseo no realizado aumenta, y realizado disminuye. Para el cuerpo, la necesidad de ser amado dura toda la vida. ¿Qué hacer?. La verdadera amistad puede tener muchas comas, hasta varios punto y coma, pero nunca un punto final.

Suspiró... ¿Qué hacer?, volvió a suspirar... Entonces la oscuridad del cuarto la arropó en su soledad, se dejó vencer y en sueños soñó:

- No me gusta leer en digital...

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