La vida está llena de oportunidades, ¡no las pierdas!

“Nos envejece más la cobardía que el tiempo. Los años arrugan la piel... pero el miedo arruga el alma” decía Facundo Cabral. Y es que el tiempo pasa, inclemente, sin importarle qué decidamos hacer de nosotros.

El que no quiso cuando pudo, no podrá cuando quiera… y no lo digo yo, sino la Oportunidad. Sentarse a dejar el tiempo transcurrir so pretexto del destino, es una suerte de cobardía, es como decidirse a echar raíces en medio de un desierto, sin agua. Es entregarse al envejecimiento prematuro.

El esfuerzo es parte de la vida, y la responsabilidad es obligación del ser humano, porque como se ha dicho -trilladamente- hay tres cosas que nunca vuelven atrás: una bala disparada, una palabra dicha y una oportunidad perdida.

Y es que si bien hay oportunidades para emprender una actividad, también las hay para rectificar errores, de eso se trata la vida, de esa eterna lucha en hacerse, rehacerse y mejorarse. Errar es humano, los problemas vienen cuando no se quiere aceptar que se cometió una equivocación y se entra en la obstinación de continuar por el mismo camino. En otras palabras, cuestión de soberbia, algo así como aquel ser justo, que siempre se cree injusto; frente a aquel ser injusto, que siempre se cree justo.

El asunto está en no dejar que pase ante uno el tiempo, y uno impasible, inerte. El asunto es ser resilente, envalentonarse ante la circunstancia, sin dejar de ser pragmático, porque lo que se busca se encuentra y lo que se descuida se pierde.

Al final, uno aprende a ser feliz cuando entiende que estar triste no sirve de nada. No hay que permitirse perder las oportunidades, porque lo menos que uno desea es que la vida, un día cualquiera, le diga a uno “si algún día no me encuentras, búscame entre las oportunidades que perdiste.”

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