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Rebelión en la granja (*)

  • Foto del escritor: Rodrigo Lares Bassa
    Rodrigo Lares Bassa
  • 6 may 2017
  • 2 Min. de lectura

(*) El siguiente artículo fue publicado en el periódico venezolano El Universal, el día 13 de julio de 2005 y forma parte del compendio de artículos de opinión titulado "Ideas en tinta y papel" que resumen una década de experiencia en esa rama de la escritura (disponible en formato e-book, Amazon). Lo comparto nuevamente, porque pienso contiene una visión de la realidad política venezolana de cuando lo publiqué que ha persistido... digna de ser meditada.

Tal como se encabeza el presente artículo se titula el libro del escritor británico George Orwell. Obra fascinante por su ingenio que, según críticos, trata metafóricamente acerca de la revolución rusa. Llama la atención cómo sus letras, no obstante habiendo sido escritas hace más de seis décadas, aún demuestran con explosiva claridad los hechos que ocurren en la actualidad. ¡Esta es la grandeza de la literatura!: ese ejercito de palabras que ella compone para concebirse, ante todo aquel que ella apunte, en grandiosos festejos o en agobiantes fantasmas.

En la bibliografía de Orwell se nota la importancia que para él constituyó el escribir sobre cuestiones sociales, en especial, temas que tratan el poder; la corrupción y, sobretodo, la injusticia en la sociedad. Fue un socialdemócrata lúcido que logró reflejar en sus párrafos el resultado de la balanza intelectual de sus reflexiones.

Y es que el problema no es simpatizar con ideas de izquierda o de derecha, mas bien esa pluralidad de pensamientos es lo que hace digno a un pueblo, a un país. El problema estriba cuando un pensamiento, sin pudor alguno, pisa a los otros y comienza a florecer de éste el enfrascamiento filosófico y la soberbia política; entonces lo grave es cuando por esto se obnubila el que debiera oír y, consecuentemente, hace sufrir. Es exactamente por esta línea de fuego que Orwell manifiesta en su novela su odio hacia el comunismo.

No deja de ser llamativo el antropomorfismo de los animales que el autor elige y notar cómo, con el paso del tiempo, algunos de ellos (ya sea por ignorancia o comodidad) van permutando sus valores naturales por otros irracionales. Todo, por seguir a ciegas el mandato del líder, quien a su deleite transforma la idea inicial que motorizó la rebelión en nuevos “valores” y objetivos que atienden —valga recalcar— al capricho de éste, ahora aislado y embelesado en su autoridad.

Es fácil concluir tras la lectura Orwelliana que de las ideas rebeldes y de igualdad, el poder absoluto, cuando no se tienen límites, corrompe y vuelve dictador a quien lo ostenta. Comprendiéndose así que es inútil esconder a un cerdo tras el delgado tronco de una palmera, y más aún, cuando nos topamos con la vehemencia del autor al escribirnos su ensordecedora frase que apunta, cual ejercito, al socialismo o comunismo: «Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros.»

“En una época de engaño universal decir la verdad es un acto revolucionario.”

George Orwell

 
 
 

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